Ventana abierta y una ligera brisa hace mover las cortinas. En el sofá, él: bata, zapatillas, barba de una semana, pelo alborotado y seco e insoportable hedor a sudor. Apalancado. En la televisión, "La dolce vita" de Fellini.
—¡Estas
acabado! —gritó ella—. Mira en que te has convertido…
—A lo
que él respondió de una forma suave y relajada—No
sientas lastima por mí. Yo me alimento de belleza, vivo para ver belleza. Solo.
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