viernes, 12 de abril de 2013

Mundo sacudido


Pasan las tardes y allí estas, asomada como antaño. Tus ojos ven lo invisible del paisaje, lo que yo no logro ver, y pura envidia corre por mi toxico cuerpo.

Las sirenas de las vidas que se van y los llantos de las que vienen. El imperturbable ciclo de la vida que me agota, que me carcome, me ciega.

Dime que no padeces esta desdicha, júrame tu pureza y que soy el único en condena.

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