Helador frío en la periferia parisina. Noche de luces, copas y
drogas. Nos movemos entre los danzantes, somos sombras, siluetas
nocturnas en búsqueda de pasión, de sentimientos puros. Bailamos y bebemos,
pensamos y no pensamos.
Os sentimos demonios danzantes preocupados por todo lo irrelevante.
Simples seres posesivos, vacíos. No conseguiréis ningún tipo de satisfacción si
buscáis nuestro reconocimiento. Nosotros nos valemos de la lírica y dulce
noche, heladora, sí.
—Tienes razón. Me gusta dormir
hasta tarde.
Levantarme para un trabajo de
oficina – qué pesadilla.
Y cuando te miro, tu cara, tu pelo, tu ropa, es de lo más
deprimente – un esbirro trabajando para un jefe, estancado en una silla para la eternidad.
—¡Bravo!
—Sin tu colonia,
apestas a muerte.
Eres como un escaparate – No se
permiten los defectos, de lo contrario estás acabado.
—En el
momento en el que se eche a perder tu reputación… ¡Bang, estás muerto!
—Estás
viviendo con tiempo prestado. Y también lo está tu tarjeta Oro, tu coche tus
abdominales, y tu sonrisa.
Y eso es porque tu vida lleva
algo colgando, una etiqueta con el precio.
Eres un producto
¿Sabes lo que significa?
¿No? Díselo Rainer.
—Significa
que mañana, no valdrás nada.
Los precios caerán y tú simplemente te convertirás en basura para
ellos, como otro cualquier trozo de mierda sin valor.
—¿Ves la
diferencia entre tú y yo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario