sábado, 14 de diciembre de 2013

La edad atómica

Helador frío en la periferia parisina. Noche de luces, copas y drogas. Nos movemos  entre los danzantes, somos sombras, siluetas nocturnas en búsqueda de pasión, de sentimientos puros. Bailamos y bebemos, pensamos y no pensamos.
Os sentimos demonios danzantes preocupados por todo lo irrelevante. Simples seres posesivos, vacíos. No conseguiréis ningún tipo de satisfacción si buscáis nuestro reconocimiento. Nosotros nos valemos de la lírica y dulce noche, heladora, sí.

Tienes razón. Me gusta dormir hasta tarde.

Levantarme para un trabajo de oficina – qué pesadilla.

        Y cuando te miro, tu cara, tu pelo, tu ropa, es de lo más deprimente –           un esbirro trabajando para un jefe, estancado en una silla para la                   eternidad.

¡Bravo!

Sin tu colonia, apestas a muerte.

Eres como un escaparate – No se permiten los defectos, de lo contrario estás acabado.

En el momento en el que se eche a perder tu reputación… ¡Bang, estás muerto!

Estás viviendo con tiempo prestado. Y también lo está tu tarjeta Oro, tu coche tus abdominales, y tu sonrisa.

Y eso es porque tu vida lleva algo colgando, una etiqueta con el precio.

Eres un producto

¿Sabes lo que significa?

¿No? Díselo Rainer.

Significa que mañana, no valdrás nada.

Los precios caerán y tú simplemente te convertirás en basura para ellos, como otro cualquier trozo de mierda sin valor.


¿Ves la diferencia entre tú y yo?


No hay comentarios:

Publicar un comentario