Escribo con mucho ego. Cada nueva lección que aprendo, la
olvido en cuanto tecleo la primera palabra.
Hoy me he puesto a rebuscar entre los trastos del pasado. Mi
mayor sorpresa es como entre todos los tiernos recuerdos de las anteriores
generaciones, se entremezclan otros no tan tiernos del más bochornoso y bélico,
momento, que ha vivido lo que encierran estas fronteras y que algunos se
empeñan en llamar país, España. Son casquetes de bala, encontrados por niños,
ya no tan niños, guardados como recuerdos, lo que nos muestra nuestra verdadera
naturaleza incivilizada. No ha sido hace tanto, ni hace tan poco. Me estremezco
al pensar en que igual no hemos cambiado lo suficiente. Hablamos constantemente
de humanidad, pero tal vez sea un invento chino y solo los débiles nos
amparamos en ella.
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